ESTO NO ES UNA LISTA DE LO MEJOR Y LO PEOR DEL 2017

Esto no es una lista de lo mejor y lo peor del 2017. Esto es una serie de tuits (de 280 teclazos) que publiqué en mi cuenta. Son tuits que hago como crítico, observador, participante de estos mundos. Esto es una serie de mis ideas sobre cómo el 2017 y 2018 no se pueden reducir a una mesa de novedades, a un mero recuento, sino cómo todo lo que sucede en estos mundos de cultura son parte de un proceso mucho más largo. Son instantes de una historia que continúa.

MUNDOS DE ARTE

Exhibiciones en California que me gustaron especialmente: “Radical Women: Latin American Art 1960–1985” (Hammer Museum) y “Memories of Underdevelopment: Art and the Decolonial Turn in Latin America 1960-1985” (MCASD). Post-modernismos latinoamericanos inspiran el cool actual.

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Adiós en 2017: Felipe Ehrenberg. Otro pionero del arte postmoderno en México (y mucho más). Ehrenberg fue alguien que pensaba de modo no-centralista (lo conocí), era protagónico pero generoso; un artista adelantado a su tiempo, es decir, de su tiempo. Gracias, Felipe, por todo.

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Mejor exposición arte ¿mexicano? en 2017: “Ulises Carrión. Querido Lector. No lea” en Museo Jumex. Carrión es ya uno de los nuevos ¿centros? ¿Epicentros? ¿Línea de fuga? del arte contemporáneo relacionado con México (y el Internet). Carrión movió todo.

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¿Un libro del 2017 imprescindible en tu biblioteca sobre arte mexicano? “Abuso mutuo. Ensayos e intervenciones sobre arte postmexicano (1992-2013)” (RM) de Cuauhtémoc Medina. Es una pieza clave para entender, desde el testimonio y pensamiento de un curador-crítico insider, al arte contemporáno en México.

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Polémicas que crearon buenas discusiones públicas: los escándalos en torno al Oroxxo de Gabriel Orozco y el diamante/cenizas de Barragán de Jill Magid. La discusión la ganaron los internautas por reiterar que son más divertidos e inteligentes que los “intelectuales”.

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Mejor desenterramiento poético-artístico: la obra “Palabras ajenas” de León Ferrari, que originó dos libros distintos desde el inglés (y una exposición en California). Una obra de apropiación de 1965 que sigue moviendo el mapa-historia del apropiacionismo a nivel continental.

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Arte emergente MX: Chantal Peñalosa (Tecate, 1987). Lleva varios años desarrollando una obra que la sitúa como probablemente mejor artista de su generación. Obras estéticamente bellas, críticas, cuya materialidad comunica sin necesitar justificaciones. Arte emergente ya logrado.

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Si tuviera dinero este 2018 para invertir en arte, obvio lo haría en nuevo arte fronterizo porque lo conozco bien y sé qué pasa ahí, pero también buscaría algo: ¿qué está ocurriendo en arte emergente post-Kurimanzutto style? No está en las revistas, claro. Eso hay que rastrearlo.

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Una de las razones por las que quise hacer un proyecto de web y libro con “Satélite” de Violeta Horcasitas es porque me di cuenta que su concepción de la curaduría (extramuseo y virtual, entre pieza y múltiple) está conectada con algo nuevo que está emergiendo. Sigan su pista.

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Las tendencias de cambio en el arte y literatura en México seguirán siendo Internet y el trabajo fuera de instituciones-mafias de curadores-editores gubernamentales y sus secuelas en transnacionales. Es clarísimo que lo innovador vendrá de canales electrónicos y pop-ups.

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¿Cómo sabremos que hay una innovación en el arte contemporáneo-MX? No se parecerá a la estética-Gabriel Orozco; será algo diferente al tipo de obra que sigue haciendo Carlos Amorales. Ese estilo (ya prácticamente transdisciplinario) es el patrón variable con el que se romperá.

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Una exhibición en Tijuana que me pareció importante: “Intuir el azar” la revisión de dos décadas de trabajo del artista visual fronterizo Jaime Ruiz Otis (Mexicali, 1976), cuya obra ha girado en torno a las maquilas y el reciclaje. Uno de los artistas clave de esa generación.

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Si vives en Tijuana, compra el catálogo “Benjamín Serrano. Trascendencia y vanguardia desde Tijuana” (FBS). Textos malos… Pero cuyas imágenes y datos permiten difundir la obra de uno de los pioneros del arte fronterizo y postmoderno en México. Algo que pocos aún saben.

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En 2018-2020, el/la artista urbanx de Tijuana cuya obra va a seguir creciendo (en todo sentido) estoy prácticamente seguro que será la Panca. Contrario a mucho arte contemporáno estándar, genérico (y masculino) la Panca ha sabido crear un imaginario y estilo propios.

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Un punto de atención 2018 en arte y literatura en México, ¿cómo se buscará apropiar lo fronterizo en la Era Trump? ¿Qué nuevas tácticas, grupos y poderes buscarán mermar el arte que se hace en nuestro propio centro: la frontera geográfica MX-USA?

MUNDOS DE LIBROS

También está muy claro que los grupos de “editoriales independientes” ya están más que muertos, desenmascarados o integrados. Pero hay una resurgencia muy evidente del libro material (coleccionable): ¿en qué cuajará? Intuyo que en un boom de DIY, chapbooks y tirajes artesanales.

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¿Mis libros favoritos de nueva poesía norteamericana 2017? El nuevo de CA Conrad (“While Standing in Line for Death”) y los poemarios de ex-miembros de la Mongrel Coalition, que por haber sido anónimos no puedo nombrar. Pero averigüen. Vale la pena seguirles la pista.

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Una antología de poesía que me parece importante: “Flarf: An Anthology of Flarf” (Edge Books). En mi opinión en 2017 queda cada vez más claro que si la escritura conceptual de K. Goldsmith ganó la fama inmediata (y ya colapsó), Flarf sobrevivió de un modo más weird y actual.

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En USA el dominio blanco racista en la poesía detuvo su renovación y la presión social explotó contra ese medio blanco. Ahora buscan salvarse re-incorporando poetas no-blancos. ¿Habrá crítica (no académica) que mueva el mapa blanco o sólo habrá leves ajustes al canon?

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Un libro del 2018 que deben leer apenas aparezca: el nuevo de Juliana Spahr. Libro de prosa, lo he leído en PDF (por gentileza suya); es un panorama y crítica. No puedo dar muchos detalles. Spahr es la mejor poeta de su generación en las Américas; este libro: una bomba.

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El cambio más importante en literaturas como la mexicana y norteamericana seguirán siendo las mujeres. La inercia de la hegemonía es primero abrirse a mujeres de élite, blancas, que den un rostro femenino dentro de la misma retórica. El reto: mujeres de otras clases sociales.

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Autor mexicano en USA al que seguiré la pista en 2018: Hugo García Manríquez. No pertenece a mafias, escribe fuera del mundo literario mexicano, traduce notoriamente, hace poesía experimental innovadora. No dudo que será una de las referencias de la poesía nueva de este momento.

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Libro de poesía 2017-MX que recomiendo no por notorio sino como documento de cómo los poetas mexicanos gubernamentales, a pesar de todo, siguen pensando de modo reaccionario: “Escribir con caca” (Sexto Piso) de Luis Felipe Fabre. Un libro representativo del pensamiento promedio del poeta mexicano oficial.

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Es inevitable que se viene una re-valoración de la obra de Jesús Gardea. Tras toda la manipulación que hizo el gobierno y editoriales cuando quisieron administrar (controlar…) la “literatura del norte”, Jesús Gardea no encajó en todo eso. Quedó semi-fuera. Gardea va a crecer.

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Autorías (nuevxs clásicxs) cuya colección quiero completar este 2018: Ricardo Piglia, María Moreno, Roberto Bolaño. Mi biblioteca está llena. Voy a tirar algunos libros para dar espacio a los que me faltan de estos tres.

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Mejor choque de trenes culturales: los ataques de la ultraderecha en Brasil contra la visita de Judith Butler, la figura más importante de la filosofía contemporánea (no, no es Zizek, es Butler, terminen de aceptarlo). No lean uno o dos sino todos sus libros.

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Zona clave a la que seguiré la pista en el 2018-MX: ¿cómo seguirá el gobierno cooptando la escritura electrónica? ¿De qué modos seguirán queriendo instituciones, académicos y autores imponer un canon, historia, genealogía, centrales oficiales de la escritura electrónica?

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Señales de cambio: la decisión de la Fundación Rulfo de no permitir que el gobierno cooptará el Centenario de Juan Rulfo. Ni toda la campaña del gobierno y sus aliados contra la Fundación pudieron opacar que la celebración. Esto fue algo nuevo y crítico.

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Fiascos de la crítica: las diversas revistas (Letras Libres, Nexos, La Tempestad, gran etcétera) que no lograron siquiera hacer números, secciones o aunque sea un texto que dijera algo novedoso y fundamentado sobre Rulfo. La crítica literaria sigue por los suelos.

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En 2000’s, el gobierno y escritores oficiales desprestigiaron a sus colegas del norte más innovadores, estigmatizando temáticas de violencia, narco, migración, etc. Ya sacados del mapa, los escritores oficiales tomaron esas temáticas en 2010’s. ¿Cómo seguirá esa tendencia?

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Debido a que se quedaron detrás de los tiempos, la literatura mexicana oficial tuvo que apropiarse tardíamente de fases que no vivió en su momento. Por ejemplo, el experimentalismo de los 70’s-90’s. Esa fase de retro-experimentalismo se percibe ya en proceso de agotamiento.

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En relación con la literatura de Ciudad de México, ¿saben dónde hay un punto que llama mi atención como crítico observando desde otro lugar? Escritorxs que surgieron de las élites, hicieron ya la mayoría de su obra ahí, pero hacia finales de 2000’s pasaron de centro a satélite.

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¿Se dieron cuenta que María Rivera estaba al centro de la poesia mexicana oficial-DF pero a partir de su poema “Los muertos”, que rompió esquema, quedó prácticamente fuera de tal mapa? Ese caso por demás interesante nos dice mucho de cómo sigue funcionando hoy ese sistema.

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En literatura-MX, la crítica literaria oficial hace lo que el periodismo en la política: los “críticos” son quienes sirven a funcionarios (específicos o internalizados) 1) ocultando la historia real; 2) SUSTITUYÉNDOLA con otra (posterior). Esto no cambiará en el futuro próximo.

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Tendencia que continuará en MX: debido al empobrecimiento que la literatura oficial ocasionó, los grupos en el poder necesitan revivir obras que ellos mismos ocultaron. Pero buscarán salvar su concepto de “tradición” y “literatura nacional”. Tal contradicción aún dará forma a mucha crítica.

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Siguiendo su mecanismo de borradura / cooptación (desapropiación generalizada), ¿qué es predecible que la literatura mexicana buscará cooptar entre 2018-2019?: temáticas como corrupción dentro de cultura, feminismo, historias-otras, publicación alterna, etc.

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Otro momento de esa especie de transición malograda la encarnó en la crítica Rafael Lemus: de reseñista retrógrada de Letras Libres salió a intentar volverse crítico ¿post?-liberal democrático. Estos casos más dicen del sistema que dejaron que de aquello nuevo que no lograron.

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Si queremos entender cómo será el proceso de la “literatura mexicana” en la época venidera necesitamos recordar esto: son un grupo centralizado en DF salidos del aparato Paz-Conaculta-Krauze. Saben que la nave se hunde y que el presupuesto aún depende de no ofender ese aparato.

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Los libros (sobre todo antologías o colectivos) que genera ese grupo registran bien cómo el grupo simula renovaciones, nuevos ingresos, sin romper con su núcleo duro: el poder institucional que los cobija, la Pirámide Financiero Burocrática que explica su transición suspendida.

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Mario Bellatin en 2000’s representó (temporalmente) la síntesis entre el formalismo (tipo Arreola, Rossi, Elizondo) que da forma a la literatura-MX canónica y una renovación del Aira, perdón, del aire experimental. Y se repitió y estabilizó. ¿Qué hará el Bellatin del 2018-2020?

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En el pasado esa transición de literato reaccionario-irónico oficial a prosista que busca democratizarse (pero sin perder su posición de privilegio) la encarnó Carlos Monsiváis (aunque eso nadie lo recuerda). Esa conversión (inconclusa) es un patrón que hoy re-ocurre en Lit-MX.

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El punto que la literatura mexicana ya no supo rebasar fue Augusto Monterroso, quien alcanzó la prosa-forma perfecta (aunque sin la inteligencia de Borges) y, a la vez, la parodia del letrato que busca esa empresa ya burocrática. En ese sentido, 2018 será otro año pre-Monterroso.

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Si AMLO ganara la presidencia (algo que considero improbable), ¿quiénes del régimen actual pasarían al nuevo? Esos funcionarios serían la clave de qué forma, ideología, temáticas, tendencias, adoptaría la nueva literatura oficial bajo tal régimen. Porque la habría, sin duda.

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Pero bien, lo más probable, es que gane Meade la presidencia en MX. Y, por ende, continúe el mismo sistema de control intelectual y que gracias a su servicio se le inyecte dinero para reanimarlo. ¿Consecuencia? Un estancamiento literario perfectamente financiado entre 2019-2021.

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La literatura es un plan de contrainsurgencia. En tiempos de Trump y Peña Nieto, el plan lo diseñaron funcionarios e intelectuales, años antes; ahora no tiene cabeza, pero tiene muchas manos. Incluso rompen un poco el plan. Pero nunca demasiado.

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Octavio Paz sabía que la mejor forma de perpetuarse era inflar a un grupo de poetas retóricos y mediocres de generaciones menores, que perderían la brújula al morir él. Sabía que así al final, genial jugada, él brillaría. Sería El Poeta. 2018 sigue siendo parte del plan de Paz.

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Si tienes $ para libros (casi todos están demasiado caros) no compres nada de la basura que te recomiendan las listas (son falsas). Compra estos dos: “Ser marxista en filosofía” (Akal) de Louis Althusser e “Historia de la idea del tiempo” (Paidós) de Henri Bergson. LO MEJOR.

LO PEOR DE LA ALTA CULTURA

Patetismo del año: el poema de Juan Villoro. Cuando un poema cursi de Juan Villoro se vuelve un evento nacional (oficial), y medios pueden inflarlo, es momento de cuestionarnos cómo la poesía mexicana ha llegado a este momento de tanta mediocridad literaria y ética.

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Decadente del año: ya por mucho tiempo, el mayor obstáculo para el crecimiento de la literatura mexicana, Enrique Krauze, director de Letras Libres y Clío, este año rompió todos los récords de agente detestable, anacrónico y, sobre todo, corrupto dentro de la alta cultura en México.

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Otra figura detestable del 2017 alto-cultural: Christopher Domínguez Michael, quien, desde sus defensas del gasolinazo y Peña Nieto hasta su imposición como alguien a quien todo debemos mantener de modo vitalicio en el Colegio Nacional, se volvió símbolo de la corrupción del mundo intelectual mexicano.

TENDENCIAS

Tendencia del 2017: el feminismo, sin duda alguna, el feminismo sigue rompiendo esquemas, molestando al patriarcado de varones y mujeres, causando discusiones y cambios sociales. Si triunfa va a cambiar a la civilización entera. Todos necesitamos que triunfe la equidad, comenzando con la de género(s).

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Un fantasma recorre al mundo: es el fantasma del decolonialismo. Se le juraba ya agotado en las universidades norteamericanas hace unos años, pero los eventos (Black Lives Matter, Trump, el neofascismo, etc.) probaron que la descolonización sigue tan viva como Frantz Fanon.

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Movimiento urbano y virtual del 2017: Antifa. Nacido en reacción a la alt-Right y Trump, Antifa se ha convertido en una cultura de insurgencia callejera que prolonga el espíritu de choque del punk, la cibercultura, Occupy, Wikileaks y anarquismos urbanos desde 1994.

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Feminismos, decolonialismos, comunismos, anarquismos, insurgencia religiosa. Todo aquello que el posmodernismo declaraba muerto: los relatos de “liberación”… volvió, a distinto ritmo, en este inicio de siglo, se mundializó. El zapatismo, tío pirata de todo alternomundismo hoy.

MUNDOS POP

Películas de Hollywood que se integraron a la cultura popular de modo polémico (inevitable e instantáneo pop-canónico): “Blade Runner 2049” y “Star Wars: The Last Jedi”. Causaron, básicamente, un choque de generaciones o, mejor dicho, retromanías…

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Momento interesante en que el mundo del periodismo e Internet se mezclaron: la serie “The Day I Met El Chapo” (Kate del Castillo) y la tercera temporada de “El Chapo” en Netflix. Para quienes nos interesa la narco-historia-ficción, aquí se sedimentan varios de sus paradigmas.

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Cultura pop infantil global 2017: la locura de los spinners, la (continua, imparable) fiebre de las cartitas Pokemon (y toda su mitología) y hacer slime. Todas estas prácticas culturales infantiles serán parte de la historia-memoria de esa generación.

 

HEGEMONÍAS

Normalización de la resiliencia, cooptación, re-centralización, re-genealogía, retro-patriarcado, patrocinio son las fuerzas que seguirán usando las instituciones culturales en México para imponer sus agendas y moldear comunidades enteras, para privilegiar a unas y borrar otras.

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Una fuerza que contraerá la innovación será la campaña presidencial del 2018: la discusión en redes y energías vitales se gastarán en torno a candidatos de tres partidos (meras variantes de la cultura política hegemónica). Habrá que resistir ese empobrecimiento de la atención.

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Nótenlo: de lado de la cultura hegemónica-institucional se impone el recorte, el desfondeo, el “defund” general; del lado de las culturas ciudadanas, el hazlo-tú-mismo, hazlo-cómo-puedas. ¿Cuál es entonces el motor de este momento socio-cultural? ¿La palabra clave? PRECARIEDAD.

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La precariedad es la circunstancia-experiencia que explica desde el presente interés en las resistencias artísticas latinoamericanas hasta la fiebre de cooptaciones de periferias. Incluso los grupos hegemónicos tendrán que asumir (estilizándola) la estética de la precariedad.